martes, 25 de marzo de 2008

MÁS IMPORTANTE ES AMAR A JESÚS

Por: Ricardo Mamani Cordero. rimac7@hotmail.com
“Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una. Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.” San Mateo 22: 34 -40.


I. AMA A DIOS CON TODO TU CORAZÓN

La pregunta de los fariseos era importante y recibió una contestación también importante. Aun así era una “prueba”, dado que una respuesta menos cuidadosa podría haber permitido que a Jesús se le hubiera acusado de procurar “abolir [partes de] la ley”. Enfocando las dos mitades de los diez mandamientos (el deber hacia Dios y el deber hacia el prójimo) ofrece el fundamento para toda nuestra vida.

Jesús esta diciéndonos que no debemos estar apenas preocupados en contar el número de los mandamientos, ni siquiera en cumplirlos. Sino nuestra mayor preocupación debe ser a amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, y con toda nuestra vida. Cuando lo hagamos esto entonces en consecuencia cumpliremos todas las demás mandamientos. Hermanos nuestra mayor anhelo y preocupación debe ser si amamos a Jesús.

Infelizmente, algunos de los que pretenden amar a Jesús son engañadores, y su religión es sólo de labios. No transforma el carácter. No pone de manifiesto la obra interior de la gracia. Los tales no dan evidencia de que hayan aprendido jamás en la escuela de Cristo las lecciones de mansedumbre y de humildad de corazón. No revelan por medio de su vida o su carácter que están llevando el yugo de Cristo ni sus cargas. No están alcanzando la norma que Dios les da por medio de su Palabra, sino meramente una norma humana. Su vida no es pura como la de Cristo. No están siendo refinados ni ennoblecidos por su Espíritu.

No conocen el camino de la verdad, y se cuentan entre los que dirán en aquel día: "¡Señor, Señor, ábrenos! Enseñamos en las calles. Hemos hecho maravillas". Pero Cristo les dirá: "Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad" (Mat. 7: 23).
Los que rechazan la verdad de la Biblia lo hacen con el pretexto de amar a Jesús. Los que aman a Jesús manifestarán su amor siendo hijos obedientes. Serán hacedores de la Palabra, y no meros oidores. No andarán diciendo continuamente: "Todo lo que tenemos que hacer es creer en Jesús". Esto es verdad cuando se lo entiende en su pleno sentido; pero ellos no comprenden, no aceptan ese pleno sentido. Creer en Jesús significa aceptarlo como Redentor, como Modelo. Todos los que aman a Jesús deben seguir su ejemplo. Deben relacionarse con Jesús tan íntimamente como el pámpano con la vid viviente. Moran en Jesús y él en ellos, y son hacedores de su Palabra, participantes de la naturaleza divina (Manuscrito 26, del 17 de octubre de 1885, "Primera visita a Suecia").


Hace mucho tiempo atrás, un pastor estaba dirigiendo una semana de oración en una gran iglesia, cuando una viejecita le buscó y le dice: Pastor, ¿Está viendo aquel viejito del cabello blanco allá? Es mi esposo. Ah, que bien. Pastor puede preguntar a mi esposo, estamos casados sesenta años de la vida, puede preguntarle si en estos sesenta años yo fui una esposa perfecta, en los moldes tradicionales de un matrimonio una esposa perfecta, ropa limpia comida lista, casa bien cuidada e hijos bien criados, una esposa perfecta. Todo lo que hace una esposa derecha yo hice, puede preguntarle.

Sesenta años de casados, pero pastor. Yo nunca fui feliz. ¿Por qué nunca fui feliz? Preguntó pastor. Ella dijo: porque yo no amo a mi esposo. ¿Sólo ahora después de sesenta años se dio cuenta que no ama a su esposo? Y ella dice, no. No es ahora, yo nunca lo amé. Pero entonces ¿Porqué se casó? Y los ojos de esta viejita se llenaron de lágrimas, y llorando la viejita dice pastor: cuando era una joven de 15 años, nosotras no escogíamos el esposo, nuestros papás escogían el esposo para nosotras.

Un día llegó mi papá y dice así, te vas a casar con el hijo de mi compadre fulano. Entonces comenzaron a preparar las cosas, la fiesta el matrimonio. Faltando dos días para el matrimonio fui a la estación de autobús para conocer a mi novio que estaba llegando, cuando abrieron la puerta del autobús, comenzaron a bajar me dijeron: Ese es. Yo miré, no me gustó. Pastor, dos días después tuve que casarme. Me mamá me dijo así: hija, una esposa perfecta hace esto, esto, esto y puede preguntar pastor, a mi esposo, en estos sesenta años yo hice todo como mi mamá mandó. Fui una esposa perfecta, pero no fui feliz.

Y el bautismo es una clase de matrimonio con Jesús. Cuando te bautizas te casas con Jesús, para vivir con él el resto de la vida, y a veces podemos pensar, y decir Jesús estoy bautizado ya en la Iglesia, casado contigo hace treinta años, cuarenta, o quince, o cinco años, y en este tiempo tu sabes que de alguna manera esforzándome, dominándome yo he sido un buen cristiano, me he portado bien, he obedecido todo, he hecho todo como me has mandado, pero yo no soy feliz, no soy feliz ¿Por qué? Porque no se puede ser feliz viviendo al lado de alguien que no se ama. Y esa es la tragedia de muchos cristianos.

Un día nos encontramos caminando por la vida con un cristiano, nos dieron estudios bíblicos, nos probaron que esto es así, esto es así y esto también es así, que debemos portarnos así, que no debemos hacer esto o aquello y comenzamos y toda nuestra vida ha sido una lucha para vivir así, pero te digo, si nuestra vida es apenas una lucha para portarnos bien, entonces la vida nunca va a tener sabor. Podemos ser obedientes completamente obedientes, pero no vamos a ser felices, no vamos a tener alegría.


II. TENESMOS QUE AMAR A JESÚS.

Algunos colegios y las universidades cristianas tienen internado para estudiantes, algunos estudiantes trabajan en la misma universidad para pagar sus estudios. Y yo trabajé en el departamento de limpieza de mi universidad, limpie los baños y las aulas durante cuatro años mientras estudiaba. Y algunas chicas trabajan en lavandería, lavando la camisa de los jóvenes, ganan por esto, les pagan por hora, vienen camisa de todo los muchachos y las chicas lavan y planchan las camisas y ellas agarran las camisas pasan por allí y por allá y agarran otra camisa y pasan por allí. Y es así cuando más camisas plancha más gana, entonces luego pasa y pasa y va pasando. Ella no se siente feliz, ella no está pensando que felicidad que estoy planchando esta camisa, no, ella cumple su deber. Cumplir con el deber no da felicidad. Puede dar la gratificación de cumplir el deber, pero eso no da alegría, no da color a la vida.

Hasta que un día la chica se enamora de un muchacho, le comienza a gustar el chico y comienza a enamorarse y ahí un día llega a sus manos la camisa del joven que ella ama. Ahora es otra historia hermanos, ahora es otra historia, queda una hora planchando esta camisa. Cada cántico, cada detalle, huele a camisa, es capaz de terminar de planchar la camisa y colocar un poco de perfume para que él pueda sentir. ¿Se dan cuenta?.

Hermanos, miren. ¿Por qué será que nosotros nos portamos bien cuando nos ven, cuando todo el mundo nos está mirando nos esforzamos para portarnos bien? Pero cuando no nos ven no nos preocupa portarnos bien ¿por qué? Porque no amamos el dueño de la camisa. El día que nos apasionemos por el dueño de la vida. La vida cristiana va ser otra cosa. Por amor a Jesús vamos a aprender a hacer muchas cosas que originalmente no nos gusta, pero amamos a Jesús y por amor por ÉL vamos a cumplir muchas cosas. Cuando nos enamoramos de Jesús.


III. TENEMOS QUE APASIONARNOS POR JESÚS

Un pastor estaba dando una semana de oración y una señora se acercó al pastor y le dice pastor, por favor, predique en esta semana que enamorar con alguien, casarse con alguien que no es de la iglesia es pecado. Y él respondió, hermana, yo no voy a predicar eso. Pero tiene que predicar, porque el espíritu de profecía dice, porque la Biblia dice. Esta bien, pero yo no voy a predicar, yo no vine a predicar eso. Yo vine a predicar de Jesús. Yo quiero llevar a la iglesia a amar a apasionarse por Jesús, es eso que voy a hablar. No, pero también tiene que predicar esto. Entonces el pastor dice: hermana mis sermones ya están listos, yo no voy a cambiarlo ahora.

El problema de esta hermana, era que tenía una hija que dentro de dos meses se iba casar con un joven que no era de la iglesia. Una pianista extraordinaria, Directora de Escuela Sabática. Cuando comenzó a enamorar con este joven le aconsejaron, la iglesia de dijo mire, si tu continúas con ese noviazgo vas a tener que dejar de tocar el piano. La respuesta fue. Ah, todo bien entonces dejo de tocar el piano. Pero también vas a dejar de ser Directora de Escuela . Ah, todo bien, dejo de ser directora pero yo no le voy a terminar porque yo amo a mi enamorado y me voy a casar con él y él es mejor que muchos cristianos, y esos argumentos que no faltan ahí.

El papá un anciano de la iglesia llamó a la hija y le dijo, mientras yo sea jefe en la casa tú tienes que obedecer. No, papá, yo te obedezco en todo pero aquí no te voy a obedecer porque es mi vida y tú no te puedes meter en mi vida. Entonces hija te sales de la casa, no puedes estar aquí en la casa de esta manera, estás sin respetar mi autoridad. Muy bien papá, si tú quieres que yo me vaya, me voy. No, quédate, quédate. Y se quedó.

Ahora la mamá viene y dice pastor, tiene que predicar porque mi hija lo aprecia mucho y si usted predica que es pecado casarse con alguien que es de fuera de la iglesia ella no se va casar. Pero el pastor predicó de Jesús la primera noche, de Jesús la segunda noche, de Jesús la tercera y comenzó a levantar a Jesús en la montaña del calvario y comenzó a hacer llamados para las personas y ellos comenzaron a entender el sacrificio de Jesús. El martes ella le buscó y le dice: Pastor, estoy en problema serio, me voy a casar con un chico que no es de la iglesia, no quiere saber nada de Jesús. Pero porque te vas a casar con él. Es que lo amo. Pero tú sabes que vas a ser infeliz. Yo sé, pero es que él es tan bueno, él se porta bien, el no ama a Jesús pero después. Él no bebe, no fuma, no hace nada malo. El pastor le dijo: mira hija, si tú lo amas que vamos a hacer ojala que un día tú ames a Jesús por lo menos mitad de lo que tú amas a ese muchacho.

El pastor continuó predicando de Jesús. Y el viernes en la noche iban a tener Santa Cena, pastor, se estaba preparándose en la sala pastoral para salir a predicar, en eso ella entró, se sentó y comenzó a llorar y dice pastor, hoy estuve tres horas con mi novio esta tarde y acabé el noviazgo. Pero ¿Es que tú no le amas? Y ella dice: sí pastor, yo lo amo, no entiendo como va ser mi vida sin él porque yo lo amo pero esta semana descubrí otra cosa, que yo amo, yo amo mucho más a mi Señor Jesús.

Hermanos, cuando las personas se apasionan por Jesús nadie los detiene. Hacen cosas, cumplen los mandamientos de Dios, las normas de la iglesia y siguen los consejos de la Palabra de Dios porque aman a Jesús. Cuando uno a Dios no está preocupado apenas en número de mandamientos ni cuan difíciles sean cumplirlos ni en cosas que tienen que renunciar por serle fiel a Jesús. Sino simplemente lo hacen y son felices porque aman a Jesús. Tenemos que apasionarnos por Jesús. Tenemos que hacer de Él centro de nuestra vida. La vida cristiana es llegar al punto de decir Señor tú eres mi vida, si tú me dejas yo no soy nadie. Tú eres todo para mí por favor no me sueltes la mano, no quiero separarme de ti y el día que llegue a ser tu experiencia esa te vas a sorprender con los frutos maravillosos que Dios te va a dar.

Este momento voy a hacer una invitación. Es posible que haya gente aquí que ama a Jesús mucho, hay gente que ama a Jesús más o menos, hay gente que no ama a Jesús y también que quiere a amar a Jesús y no puede porque descubre que su corazón ama las cosas que no valen y es posible que haya alguien que no ama a Jesús. Sea cal fuere tú caso yo quiero que tú le digas a Jesús: Señor, yo quiero amarte pero mi corazón no quiere, entonces dame un corazón capaz de amarte.

Pero si tú quiere decirle eso a Jesús, yo quiero que tú te levantes y vengas a aquí al frente, tal vez no sea fácil, tal vez si, pero si tú quieres decir eso a Jesús ahora levántate y ven vamos a reunirnos aquí y consagrar nuestras vidas a Dios.

A medida que el espíritu de Dios te dice anda, levántate y ven. No lo hagas porque otro lo hace. Hazlo si realmente sientes que necesitas amar a Jesús con todo tú corazón.
Que Dios te bendiga.